El viento mece mi pelo
levemente, el sonido de las olas chocar contra la pared del acantilado
era lo único que se oía una y otra vez, el sol ya se estaba poniendo y al igual
que él mis lágrimas empezaban a desaparecer, la temperatura estaba empezando a
bajar, había perdido la cuenta de hacía cuantas horas estaba allí estada con
las piernas recogidas por mi brazos mirando al mar, mirando a la nada, tan solo
deleitándome con el sonido de las olas.
No quería volver a recordar los rostros de aquellas personas, solo le necesitaba a él, quiero volver a ser feliz, pero para serlo necesito que él esté a mi lado.
Una mano se posa en
mi hombro y cuando giré la cabeza me encontré con esa persona, que me miraba
con los ojos entristecidos, con cuidado me levanté me abracé a él.
Ahora estábamos los dos abrazados contemplando el mar, pero
yo me separé de él y le cogí la mano, el solo se limitaba a mirarme extrañado,
hasta que me atreví a decirle lo que quería para siempre.
-Por favor nunca me sueltes.
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